AGRICULTURA Y TECNOLOGÍA
Aunque solo sigas las técnicas agrícolas desde la visión de un observador comprobarás como las prácticas agrícolas son hoy extremadamente tecnológicas. Una maquinaria agrícola tremendamente sofisticada con comunicación ISOBUS entre tractor y aperos, vendimiadoras y cosechadoras capaces de realizar mapas de cosecha a la vez que recolectan, geolocalización con errores milimétricos, transmisiones a años luz a las que incorporan los automóviles… son solo alguno de los ejemplos de las herramientas en manos de los agricultores profesionales.
A esa tecnología “grande” se han unido otras herramientas más pequeñas pero indispensables para uno de los objetivos prioritarios de la nueva agricultura y que es el intento de compatibilizar la producción con el medio ambiente, o lo que es lo mismo, lograr una producción sostenible. Mejorar la productividad significa obtener lo mismo con menos insumos o mantener insumos para aumentar la producción, amen de poder realizar una trazabilidad rigurosa del producto. Y aquí es donde entra la denominada Agricultura de Precisión
¿Qué es la Agricultura de Precisión (AP)?: La AP significa tener capacidad de dar un “tratamiento diferenciado dentro de una misma parcela”. Realmente las técnicas de AP se han aplicado por los buenos agricultores, a ojo y en base a su experiencia, desde siempre. Ahora se usan nuevas técnicas que consisten en el uso de software especializado, sensores de “cantidad” y “calidad”, GPS…
Con las prácticas culturales de la Agricultura de Precisión se consigue reducir el impacto ambiental ya que se incrementa la eficiencia al tratar una parcela de forma selectiva: Se mejora la precisión de siembra; se evitan pérdidas, por solape, de simiente y fitosanitarios.
LA REALIDAD EXISTENTE
¿Eres agricultor? ¿Sigues de cerca la actividad agraria? Si es así, plantéate como han cambiado las explotaciones con respecto a aquellas mismas solo unas décadas antes. La realidad es que la agricultura y la ganadería trabajan hoy de forma muy diferente a como se hacía no hace demasiado.
Herramientas de ayuda a la toma de decisiones: En el mercado hay una cantidad de tecnología impresionante. Unos agricultores son más amantes que otros por estar “a la última” y utilizar las herramientas de agricultura disponibles en el mercado que además se pueden personalizar a cada necesidad particular. Pero razones económicas, culturales, etc. hacen que el universo social agrícola sea dispar. Por eso cuando en reuniones de presentación de técnicas a agricultores, o cooperativas u otras asociaciones, se presenta tal o cual herramienta, se observa, como es lógico, diferentes actitudes ante la presentación.

Mi experiencia personal me indica que en la realidad actual existen herramientas baratas y de fácil manejo que son capaces de monitorizar muchos parámetros agronómicos o medioambientales y que, bien usadas, suponen una ayuda inestimable para la buenas prácticas agrícolas. Me refiero, por ejemplo, a herramientas como sondas de humedad o medidores de salinidad que nos permiten utilizar el agua, abono o incluso pesticidas de forma justa y uniforme. Llevar a cabo estas técnicas se traducen un uso menor de insumos con el ahorro de dinero y además concienciarnos para hacer una agricultura más sostenible reduciendo los vertidos tanto en aguas superficiales como subterráneas
HERRAMIENTAS PARA LA AGRICULTURA
Sondas de humedad: Si en el caso de nuestros abuelos no tenían otra opción para saber la humedad del terreno agrícola que coger una azada y comprobar el perfil inmediato del suelo, hoy eso mismo, pero mucho más preciso, lo podemos saber y además en tiempo real tenerlo en nuestro ordenador o en nuestro móvil y decidir cuando poner en marcha, y telemáticamente, el riego. En realidad las sondas de humedad son el más popular de los sensores. Su gran utilidad ha ocasionado su popularización a gran velocidad. El uso de sondas nos permite dar unos riegos de forma mucho más precisa que cuando nos guiamos por nuestra propia intuición, consiguiendo un retorno de la inversión muy rápido.
Un buen uso del agua de riego significa no perder agua por lixiviación (agua que percola hasta profundidades no aprovechables para la raíz de nuestro cultivo y que también arrastra nutrientes con el consiguiente despilfarro de abonados previos)

Otro típico sensor es el contador de agua. Los contadores son comunes en todas las instalaciones de riego porque así lo requiere tanto la correspondiente Confederación Hidrográfica como la Comunidad de regantes. Se puede disponer de un contador analógico, los más comunes, pero también se puede optar por uno capaz de contabilizar los pulsos producidos en su mecanismo y traducirlos en metros cúbicos gastados y así llevar de forma automática un registro de riegos: volumen, duración, fecha y hora.
Conocer el suelo: Imagina que se te ofrece una información fiel de lo que está ocurriendo en la raíz de tus plantas, ya sea una vid, un olivo o un cereal. Imagina que esa información te dicen de los nutrientes que existen en ese perfil del suelo que rodea la raíz… Ese tipo de información es tan valioso que te permite tomar la decisión de qué y cuanto fertilizante utilizar en cada momento. A la postre esto significa un cultivo más sano, sin estrés nutritivo y un ahorro considerable.
Conductivímetros: En terrenos salinos y/o con aguas salinas, puede ser importante conocer la conductividad de la humedad del suelo ¿por qué? Pues porque el dato de conductividad indica la dificultad que puede tener la planta para absorber la humedad. Si el agua es muy salina tendrá una fuerte conductividad y eso significa que la planta necesita un gran esfuerzo para absorber el agua.
¿Y AHORA QUÉ HAGO?
Red de sensores: la información recogida por sondas de humedad, conductivímetros u otros se debe enviar a nuestro ordenador. Si las lecturas son “analógicas” (por ejemplo un pluviómetro convencional) la recopilación de información es algo tedioso además de no hacerse en tiempo real. Sin embargo cuando estos sensores están conectados a un registrador de datos el proceso es totalmente automático.
Tanto la red de sensores como el registrador de datos deben poseer la robustez necesaria para sobrevivir en un entorno tan agresivo como el pleno campo. Estos sensores poseen un estado de protección de nivel IP67 que los hace estancos y garantiza su buen funcionamiento a pesar del sol, el frío, la lluvia o el polvo.
Los buenos registradores llevan incorporado un pequeño panel solar que les hace autónomos desde el punto de vista energético pues el sol se encarga de alimentar su batería, normalmente de litio. La comunicación con nuestro ordenador se hace de forma inalámbrica por medio de protocolos ya establecidos (redes M2M basadas en GPRS, 3G, entre otros)
Los datos recibidos en nuestro ordenador, tablet o móvil, son tratados por un software que normalmente es proporcionado por el mismo fabricantes de las sondas y receptores.